(Es un poco largo. No mucho, pero algo. Si no os apetece leerlo pasad. Si queréis comentar podéis bajar y poner: "Hay que joderse...")
(Fondo
negro. A la izquierda del escenario una
actriz de unos setenta años se balancea en una mecedora con la mirada perdida.
Está vestida y peinada con esmero pero con cierta austeridad, viste una blusa
blanca mate con lazada, una servilleta atada al cuello a modo de babero y una
falda como de andar por casa de color indefinido. Aprieta contra su regazo una
fotografía. A su lado, la hermana, una mujer de similar edad, elegantemente
vestida, peinada y maquillada, en pie, sujeta un plato y una cuchara. Detrás,
una mesita supletoria de jardín. Ambas se mantienen inertes con la mirada
perdida mientras el público se sienta.)
Hermana:
(Intentando
meter una cucharada del puré en la boca de Rose).
No sé en qué momento
normalizamos esta atrocidad. A decir verdad prefiero no pararme a pensarlo. (Se incorpora). O detienes la mecedora
ya o te llevo adentro y no te saco en lo que queda de día. (La mecedora se detiene y Rose abre la boca mecánicamente sin dejar de
mirar al vacío. Da un manotazo y la cuchara salta por los aires ensuciándole el
pelo). Ya está. Ya lo has hecho
otra vez. ¡Maldita seas!
(Deja
el plato sobre la mesita, coge un paño y le frota los mechones de pelo sucios
con suavidad).
Ay, el tiempo. Se te enredó
en la aspereza de esos rizos. Cada hora transcurrida desde entonces trenzada en
estas canas tuyas, tan blancas…, demasiado para tu edad. ¿Lo hiciste adrede,
verdad? Confiésaselo a tu hermana. Saltaste cincuenta años hacia adelante, te
escaqueaste de todo. Fuiste más lista
que yo…
(Deja
el paño, coge el plato y se dispone a darle el puré pero vuelve a dejarlo sobre
la mesita).
Anda, dame esa foto,
suéltala. (Rose reacciona, se encoge tratando de proteger la
fotografía). ¡Dame la maldita foto, los vas a manchar! (Rose, con la mirada siempre perdida, emite un chillido como de animal
herido).
Tranquila, cielo, tranquila,
no te la quito, tranquila. (La acaricia).
Es solo que no queremos mancharlos, ¿verdad? (Rose se calma poco a poco), las dos les queremos mucho, no es
cierto, ¿mi niña? (Como si nada hubiera pasado Rose sigue balanceándose. La hermana trata
a duras penas de darle el puré).
¿Los recuerdas aún? ¿Viven
ellos tras esos ojos tuyos? ¿Es ahí donde vives? ¿Con ellos? ¿Y yo? ¿Por qué me
has dejado aquí sola? Enséñamelos, anda, cielo…
(Mecánicamente
Rose separa la fotografía de su vientre, sin mirarla, y la deja a la vista de su hermana).
¿Quiénes son, Rose? Dime sus
nombres… venga, dime algo, ¿Qué recuerdas?... Vamos, habla… (Pausa) ¡Dime algo, Rose! ¡Maldita sea,
dime algo! ¡Cerda egoísta! ¡Eso es
lo que eres, una maldita cerda egoísta!
(Deja
el plato sobre la mesita). Debería dejarte morir de hambre… Qué
más quisieras tú, ¿verdad, querida? No te liberaré Rose, no te hagas ilusiones,
debes cumplir con tu parte: eres la
presencia irritante que me mantiene en vida… (Pausa. Desplazándose al centro del escenario) En vida… VIDA…(Suspira) ¿Estamos vivas, Rose? ¿Estamos vivas?
(Cenital. La hermana
habla al público).
Oh, Rose, cómo lo amaba, tú
jamás sentiste algo así, no estaba en tu naturaleza. Tu amor era aburrido,
Rose, repugnantemente impecable. Intenté
una y mil veces borrarle de mi mente. Pero, créeme, me fue imposible, yo no era yo, era mil
brasas ardientes de deseo.
Al principio me resultó
fácil, cuando éramos solo tú y yo y Jack y la pequeña Jenny. Me bastaba fantasear con su amor. El modo en que me
miraba me colmaba. Arrebatártelo en mis sueños, con eso me conformaba.
Hasta el día en que lo
descubrí y me di cuenta de que no nos
amaba a ninguna de las dos. Cualquier mujer inteligente se habría dado cuenta
menos tú, Rose. Aparcaba el coche frente a la casa cada día, transcurrían las horas y él no venía. Los
celos me destrozaban, sin embargo tú, la esposa confiada, nunca maliciaste
nada. Ni siquiera cuando él te decía que se había parado a consolar a Betty
Smith de su dolorosísimo divorcio. (Se
gira hacia su hermana y grita). ¡¿Cómo fuiste tan idiota, Rose?! (Avanza hacia ella. Se ilumina la parte
izquierda del escenario. Rose, sigue balanceándose abrazada a su foto). Siempre fui más avezada que tú. Tendría que
haberse casado conmigo. Le hubiera hecho feliz, no la hubiera necesitado a ella
(Se tapa la cara y llora. Mira a su
hermana con rabia). ¡Ni siquiera se escondían, Rose! ¡Idiota! ¡Tuve que
arrastrarte engañada, pegar tu estúpida nariz a aquella ventana para que
abrieras los ojos de una jodida vez! ¡Para que sufrieras en tu carne muerta lo que yo sufría cada noche
viéndoles retozar desnudos sin siquiera tomar la precaución de correr las
cortinas, Rose, así de tonta te hacían! ¡Así de idiota eres, Rose!
(Más
calmada) Recuerdo el alivio que sentí esa noche, cuando pensé que por fin lo había destrozado
todo: a ti, a Jack, a Betty, a mí misma. Un gran estallido, una gran bomba de
mierda saltando por los aires. Por fin pude dormir, me dormí como una niña
escuchando vuestros gritos.
Pero tú, idiota, tuviste que
perdonarle ¿Cómo se puede ser tan débil, eh, Rose? (Empuja la mecedora una y otra vez). ¡Nos jodiste la vida!
Por el bien de Jenny,
dijiste. ¡Dos años, tenía dos años! ¡No
se enteraba de nada! Jenny sería feliz
ahora, todos seríamos felices si le hubieras dejado ir. ¡Con tu silencio causaste
un jodido desastre, Rose!
(Vuelve
al centro del escenario. Rose queda en penumbra. Más serena, habla al público).
Veo esa maldita escena ante
mis ojos cada día. Aquel rayo de sol
cegándome los ojos. Mi mano a modo de visera (hace los gestos). Jenny riendo ahí delante, justo tras esa cancela. El sonido de la puerta del coche de
Jack al cerrarse. Corro para no perderme ni un segundo de su llegada. Por fin le veo. La piel
tostada de su rostro. La camisa tan
blanca. Su sonrisa iluminada corriendo a besar la de Jenny. Oigo la vocecita de Jenny gritando papá. La
voz rotunda y viril de Jack exclamando “hijita”. Y entonces, como un trueno
subiendo del mismísimo infierno, aquel ruido infame: el rugido de satanás
saliendo de un tubo de escape. El rostro altivo de Betty,
erguida y majestuosa al volante de su Ford. ¡¡Dios mío, no, no,
no!!!! (Va hacia Rose) ¡Cada maldito día les veo volar por los aires,
Rose!! ¡El cuerpecito de Jenny! ¡La
camisa ensangrentada de Jack! (Patea la silla de ruedas) ¡¿Me oyes, maldita
cobarde??!! ¡Despierta, maldita, despierta! ¡No me dejes con la culpa, Rose!
¡No me dejes con la jodida culpa! ¡Idiota, Rose! ¡Estúpida, Rose! ¡¿De qué
huyes?! ¡¿No ves que ya estamos muertas?! (Exhausta
cae a los pies de Rose y solloza acariciándole las manos):
¿Estamos muertas,
Rose? ¿¿Es esto el infierno?? (Rose, con la mirada perdida, acaricia la cabeza de su hermana).
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